Elon Musk ha dejado de describirse en su perfil de Twitter como “vendedor de perfumes”. Ahora ha pasado a ser Chief Twit, o sea, jefe Twit o tuitero jefe. Con 110,1 millones de seguidores, ya tenía algo de eso, pero ahora va camino de convertirse en el dueño. El cambio en su cuenta de la red social es la última indicación de que se dispone a cerrar la compra de la empresa por unos 44.000 millones de dólares. El plazo para hacerlo y evitar ir a juicio acaba este viernes. Musk, además, se ha presentado en la sede de la compañía en San Francisco este miércoles y este jueves ha tuiteado que compra la empresa “por el futuro de la civilización”.

Esta vez, por tanto, parece que no habrá sorpresas. El hombre más rico del mundo, multimillonario fundador de PayPal, Tesla y SpaceX, entre otras empresas, ha estado dando vuelcos y cambiando de opinión continuamente desde que anunció su entrada en el capital de Twitter, en abril pasado. Cuando le tocaba prestar declaración en las diligencias previas del juicio por incumplimiento de contrato, Musk sorprendió al anunciar que volvía a aceptar la operación. Aun así, ha tardado tres semanas en ir logrando la financiación y en negociar el acuerdo que ponga fin a la saga de la operación corporativa más controvertida de los últimos tiempos.

“La razón por la que he comprado Twitter”, ha escrito este jueves en un mensaje dirigido a anunciantes que ha tuiteado, “es porque creo que es importante para el futuro de la civilización contar con una plaza común digital donde se puedan discutir un amplio rango de creencias de forma saludable sin recurrir a la violencia”. Dice que quiere huir de la polarización y de que hay riesgo de que extrema derecha y extrema izquierda tenga cada una sus redes por separado y que él quiere contribuir a la convivencia. “Esta es la razón por la que he comprado Twitter. No lo he comprado porque fuese fácil. No lo he hecho por ganar más dinero. Lo he hecho para intentar ayudar a la humanidad, a la que amo”, añade, dando prácticamente por hecha la operación, aunque aún no se ha cerrado oficialmente.
Este miércoles, Musk visitó las oficinas de la compañía en San Francisco y subió a la red un vídeo cargando un lavabo. “Entering Twitter HQ – let that sink in!” (”entrando en la sede de Twitter, ¡asimílenlo!”), ha escrito, haciendo un juego de palabras con el término sink (lavabo). “Hoy he conocido a un montón de gente genial en Twitter”, ha puesto en otro mensaje.

Además, el magnate se dispone a dirigirse a la plantilla este viernes, según un mensaje enviado por una directiva a los empleados y que ha sido publicado por la agencia Bloomberg. “Elon está en la oficina de San Francisco esta semana reuniéndose con la gente, caminando por los pasillos y continuando con la inmersión en el importante trabajo que todos vosotros hacéis”, ha escrito Leslie Berland, jefa de marketing, en la nota. “Para todos, esto es solo el comienzo de muchas reuniones y conversaciones con Elon, y todos le escucharéis directamente el viernes”, ha añadido.

Para los trabajadores de Twitter, la llegada de Musk es motivo de inquietud, después de que se haya conocido que ha transmitido a los inversores el mensaje de que piensa recortar un 75% la plantilla, que ahora es de unos 7.500 empleados. Musk también quiere multiplicar los ingresos y explorar vías de suscripción. Entre las potenciales víctimas están los que trabajan en moderación de contenidos, pues Musk quiere ser mucho más laxo porque se proclama “un absolutista de la libertad de expresión”. Eso, sin embargo, puede suponer que proliferen la desinformación, las noticias falsas y los mensajes de odio. Por ejemplo, el empresario es partidario de readmitir al expresidente Donald Trump, que ahora propaga sus bulos en su propia red, Truth Social. No está claro que quiera volver a Twitter, pues eso sería una herida de muerte para su red alternativa.

Los planes de Musk apuntan a convertir Twitter en una especie de aplicación integral. “La compra de Twitter es un acelerador para crear X, la aplicación para todo”, fue el primer tuit del magnate tras volver al plan de comprar la red social por 44.000 millones de dólares. En el pasado, el empresario ha mostrado su admiración por la aplicación china WeChat, que evolucionó desde un servicio de mensajería a una plataforma multinacional con medios de pago, comercio electrónico, salud, gestión de suscripciones y todo tipo de servicios, casi imprescindible para la vida diaria en China.

Esta semana ha trascendido que Musk y su equipo se estaban reuniendo con los bancos para financiar la operación y que en esas reuniones habían transmitido que la compra iba adelante y que su previsión era cerrarla dentro de la fecha límite. Algunos de los inversores que se aliaron con Musk para la adquisición también están preparando los fondos que les toca desembolsar. Las transferencias ya se han puesto en marcha para liquidar la operación, según ha avanzado este miércoles The Wal Street Journal. La cotización de Twitter se ha acercado a los 54,20 dólares por título que recibirán los accionistas.

La compra se cierra (salvo mayúscula sorpresa de última hora) en un momento en que la publicidad flojea y la economía se deteriora, como han mostrado este mismo miércoles los resultados de Meta, el grupo de Facebook, cuyo beneficio ha caído a la mitad en el último trimestre. Además, la subida de los tipos de interés encarece la operación. Musk, sin embargo, tenía todas las de perder en caso de ir a juicio, así que ha preferido seguir adelante sin llegar a ese extremo.